𝐓𝐞 𝐨𝐩𝐞𝐫𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐨… 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐞 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢 𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚𝐥 𝐲 𝐜𝐨𝐧 𝐩𝐚𝐳 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥.



Te arreglaste la nariz, el pecho, el abdomen.
Te hiciste ceja, pestaña, labios, sonrisa perfecta.
Y aún así… no puedes retener a nadie.

¿Por qué?



Porque lo que él buscaba no era una mujer de catálogo…
sino una mujer que no lo enfermara emocionalmente.
Te crees irresistible por fuera,
pero por dentro cargas inseguridad, ansiedad y dependencia.
Y sí, te va a invitar a cenar.
Y sí, te va a subir a historias.
Y sí, va a desearte.
Pero también se va a ir.
Y no por otra más “guapa”…
sino por otra más ligera, más tranquila, más real.
Porque los hombres de verdad no se enamoran de cuerpos perfectos.
Se enamoran de paz.
Y eso no se compra. No se opera. No se maquilla.
Así que la próxima vez que lo culpes a él por irse,
mírate bien al espejo…
pero no ese donde te ves el maquillaje,
sino el que te muestra el vacío que ni el bisturí pudo llenar.

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