La reveladora historia del hombre que que tenia una mujer "Fea"

 


Un día, un hombre fue a visitar a su padre anciano. Llevaba una decisión tomada, y lo dijo sin rodeos:
—Papá, quiero divorciarme. Mi esposa ya no es la misma… Ha envejecido. Ya no cuida su cuerpo. No se arregla como antes. Creo que merezco a alguien mejor. Una mujer más joven, más atractiva.


El padre lo escuchó en silencio. Luego respondió con calma:

—Déjame ir mañana a tu casa. Quiero verla con mis propios ojos. Y si tienes razón… te apoyaré.

Al día siguiente, el anciano fue. Observó a su nuera mientras servía el café, mientras recogía los juguetes del suelo, mientras sonreía, cansada… pero con ternura.

No dijo nada. Solo se fue.

Tres días después, llamó a su hijo.

—Hijo, tienes razón… esa mujer ya no es hermosa. Ya no brilla como antes.
Pero escúchame… he encontrado a alguien perfecta para ti. Vive en un lugar llamado Emoh.

—¿Emoh? —preguntó el hijo— ¿Dónde queda eso?

El padre respiró hondo.

—Emoh… se deletrea al revés: H-O-G-A-R.
Esa mujer vive en tu casa.

Es la que estuvo contigo en los días felices… y en los difíciles también.
La que cambió su cuerpo para dar vida a tus hijos.
La que envejeció contigo, no por descuido… sino por amor.

No es ella quien perdió la belleza.

Eres tú quien perdió la mirada.

Porque cuando se deja de mirar con amor, todo se vuelve “feo”.
Y cuando se riega con indiferencia, hasta la flor más hermosa se marchita.

Una esposa no se rejuvenece con cirugías.
Se rejuvenece con palabras, con caricias, con respeto.

¿Quieres una mujer hermosa?

Haz que la tuya se sienta amada otra vez

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