Cuando vi que el doctor le estaba cosiendo botones en la oreja a mi perro… lo primero que sentí fue rabia.
Cuando vi que el doctor le estaba cosiendo botones en la oreja a mi perro… lo primero que sentí fue rabia. Pensé: “¿qué clase de crueldad es esta?” Mi instinto fue querer detenerlo, incluso golpearlo… pero después entendí la verdad.
Resulta que mi perro tenía un otohematoma: una inflamación dolorosa por golpes o sacudidas. Si no se trataba, su oreja podía deformarse para siempre. El veterinario drenó el líquido y luego hizo algo increíble.
Cose la oreja con botones estratégicos. No son adornos, son protección. Los botones reparten la presión y evitan que el hilo corte la piel.
Así la oreja sana pareja y sin dolor. Y todo el procedimiento se hace con anestesia. Después de unas semanas, los botones se quitan y el perro vuelve a mover sus orejas como siempre.
Lo que parecía cruel, en realidad era amor. Y hoy agradezco ese truco veterinario. Si algún día ves a un perrito con botones en la oreja… no es maltrato, es cuidado.
¿A quién le vas a mostrar esto?
Esta historia está basada en prácticas veterinarias reales. El contenido es únicamente informativo y no sustituye la atención profesional. Ante cualquier problema de salud de tu mascota, consulta siempre a un veterinario.
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